28/1/11

Las guerras y las drogas


El combate al narcotráfico, las guerras entre narcotraficantes y las invasiones de países productores de plantas con contenidos alucinógenos con el pretexto de erradicarlas causan infinitamente muchas más muertes que las drogas mismas. Un drogadicto tendrá siempre la posibilidad de recuperarse, los muertos en combate no la tendrán jamás.

<--La noticia de que se ha creado en Suiza una Comisión Global de Políticas sobre Drogas, integrada por varias personalidades europeas y latinoamericanas, uno de cuyos objetivos y tal vez el más importante es la despenalización de los usuarios parece ser un buen síntoma, algo así como la búsqueda de un antídoto que concluya con los más de cuarenta años de infructuosas luchas que solo han favorecido el desarrollo del comercio ilegal y que además, según los miembros de dicha Comisión, los daños causados por la prohibición de las drogas en términos de corrupción, de violencia y de violación de los derechos humanos en muchos países supera con creces al provocado por las drogas.

Datos recientes dan fe de que solo en México el negocio de las drogas ilegales mueve 60 mil millones de dólares al año al que debe sumarse el de las armas contrabandeadas desde los EE.UU. para el sostenimiento de las guerras entre los patrones de la droga.

Por otra parte los saldos de muerte contabilizados tan solo en la frontera norte de ese país, en el estado de Chihuahua, son escalofriantes. Solo en Ciudad Juárez se computaban 174 muertes en los 24 primeros días de este año, todas en el ámbito de las luchas entre los cárteles de la droga.

En realidad todos los planes de lucha contra el narcotráfico ocultan no solo un inconmensurable negocio sino algo similar o más grave aún, un disfraz para la apropiación de los recursos naturales y el control de áreas estratégicas como la cuenca amazónica que trata de encubrir el Plan Colombia, inicialmente planteado con el objetivo de erradicar los cultivos ilícitos pero cuyo carácter es inocultablemente militar como lo prueban las siete bases militares recientemente establecidas en el país.

Pero no solo en Colombia y en los países centroamericanos adonde se ha acrecentado la intervención yanqui con el mismo pretexto, sino también en el resto del Cono Sur, y especialmente en Perú y Bolivia, la intromisión de los EE.UU. en las políticas internas de los países, la firma de tratados de “cooperación” y de “asistencia” gira sobre el sensible tema del narcotráfico enarbolado siempre como un fantasmagórico enemigo de los pueblos que en realidad terminan siendo las víctimas propiciatorias de los mismos que se arrogan el derecho de combatirlo.

Xavier Caño Tamayo en un artículo titulado “La heroína como telón de fondo de la guerra de Afganistán” refería que “La elaboración y comercio ilegal de drogas, según la ONU, mueve cada año alrededor de 600.000 millones de dólares; una cantidad superior a la del comercio del petróleo, negocio boyante donde los haya”
Es hora de que abandonemos la droghipocresía o lo que es lo mismo, ¡que dejemos de drogarnos con hipocresías!

Susana Merino
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