27/1/12

..el cuento oculto de las princesas


construcción de estereotipos femeninos en las heroínas de la factoría Disney


... no hay que subestimar la influencia de Disney: hablamos de una industria que mueve millones cada año, que lleva presente en el imaginario colectivo desde 1937 (cuando estrenaron su primera película, Blancanieves y los siete enanitos) y que, sólo con sus princesas, genera alrededor de 4.000 millones de euros. La propia compañía estima que cada niña ve unas 40 veces el DVD de su princesa favorita (no dice nada acerca de los niños). <

...el especialista en cuentos Jack Zipes: “las historias Disney reproducen estereotipos de género que tienen un efecto adverso sobre los niños, al contrario de lo que los padres puedan pensar […]. Ellos creen que son esencialmente inofensivas y en absoluto lo son”.

... Porque Disney sólo ofrece dos modelos de mujer: la princesa joven, guapa e inocente que acaba conociendo al hombre de sus sueños para unirse en matrimonio (Pocahontas es la única película en la que no hay boda) y que con las excepciones de Bella y Tiana jamás coge un libro o tiene un trabajo; o la bruja, generalmente madura, con curvas, independiente, poderosa e inteligente, pero fea y malvada. No es de extrañar que las niñas quieran ser la princesa.

Disney construye un mundo bipolar, en el que la belleza, la seducción y el hogar son del dominio de las chicas y la fuerza, la violencia y la vida pública, de los chicos..

El modelo también es racista, porque son los personajes de apariencia no caucásica (Jasmine, Pocahontas, Esmeralda) los que presentan atributos más sexualizados, identificando lo sensual con lo exótico y lo prohibido.

Si resulta chocante porque no estamos acostumbrados a ver a príncipes negros o porque asoma la sospecha de que los matrimonios interraciales sigan siendo un tabú es algo que no podemos precisar. Por supuesto, tampoco aparecen en Disney familias monoparentales (salvo que uno de los miembros del matrimonio haya muerto) ni homosexuales. “El problema con el modelo cultural imperante es que hay mucha gente que se encuentra bien en él, pero no se da cuenta de que otra mucha gente no lo hace, porque no encaja en el estereotipo. La igualdad no es ser iguales: igualdad es el derecho a poder ser diferente sin sentirse –ni ser– desplazado”, concluye la agente de igualdad Eva Velasco.


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