9/7/13

Guantánamo

..La identidad de quienes acceden al interior del Campo 5 y del Campo 6 —todos los números de campos anteriores son historia, y el Campo 7 es secreto— se preserva de forma escrupulosa. Los periodistas dejan sus credenciales en la garita de la entrada. Los soldados arrancan de su uniforme el velcro que les identifica por su apellido, y los guardas —policías militares— solo portan un número por toda identificación. En el teatro del absurdo en que se ha convertido el centro de detención de Guantánamo, los soldados que dan atención médica a los presos encerrados en la base naval estadounidense en territorio cubano se hacen llamar por nombres tomados de obras de Shakespeare. Así, la psiquiatra es Dionisia (tomado de la obra Pericles, príncipe de Tiro), que confiesa, ingenua, no saber muy bien las razones por las que los reos no reclaman sus servicios de sanidad mental.....


Lo que este comandante de la Marina hace, al menos dos veces cada día y con ayuda de otro militar, es atar a una silla —específicamente diseñada para esta labor— al preso que debe ser alimentado, y que llega allí por su pie o a la fuerza. Una vez atado se le coloca una máscara sobre la cara que impide que mueva la boca, así como que pueda morder o escupir. Hasta aquí el primer paso.
El segundo comienza con la aplicación en las fosas nasales de un lubricante quirúrgico —“también vale aceite de oliva”, apunta el comandante mostrando un bote de plástico relleno de un líquido viscoso de color verde— antes de introducir un tubo por la cavidad nasal. Según los abogados de los detenidos, en este punto sus clientes se quejan de sufrir un dolor intenso y no poder dejar de lacrimar, ya que en esa zona existen muchas terminaciones nerviosas.
El enfermero de turno relata en menos de ocho segundos lo que sucede a continuación, pero para los presos, aseguran sus letrados, se trata de una agonía que parece no acabar nunca. El tercer paso se inicia con el descenso del tubo quirúrgico por la garganta hasta el estómago, que hace que se haga difícil la respiración y se produzca la sensación que algunos describen como ahogamiento.
El cuarto paso comienza por sujetar el tubo a la nariz con un esparadrapo, para evitar que el preso lo muerda y, una vez asegurado, se inicia la tarea de volcar a través del mismo 750 mililitros de una sustancia rica en nutrientes. En este punto se puede incorporar al suplemento alimenticio una medicina conocida como Reglan —que tiene como efectos secundarios en el largo plazo síntomas parecidos a los que provoca el párkinson— para mitigar la sensación de náuseas o hinchazón en el preso....

 Sobre Guantánamo solo se sabe una parte de la historia, la que las autoridades militares quieren contar y que, en un acto de circense transparencia, publicitan con las visitas al penal, indeleble mancha en el historial de derechos humanos de Estados Unidos. La prensa no tiene acceso a los presos, 86 de los cuales han obtenido el visto bueno para poder abandonar la isla y ser transferidos a terceros países y, sin embargo, ven los días pasar sin que nada suceda. Algunos llevan 10 años encerrados sin cargos. De los 166 que quedan —a mediados de la década pasada llegó a haber cerca de 600—, 151 están calificados bajo la etiqueta “bajo valor”. 

 Pensando en su bienestar y alegando respeto por su religión, la mente brillante que diseñó las celdas pintó una flecha de color negro en el suelo que apunta hacia la Meca. “Para la orientación de los detenidos a la hora de practicar sus plegarias”, explica una teniente coronel como el agente inmobiliario que muestra el solárium de un dúplex en la playa. Gran tacto. No lo es tanto el hecho de que la alfombra para rezar esté justo al lado de la taza del inodoro (si es que se habla de no herir sensibilidades)...
Diario El País-Epaña

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